Martelly, sigue bailando
Michel
Martelly, popularmente conocido por el mote de Sweet Micky, en los tres años y 54 días cumplidos este lunes 7 de julio
del año en curso ha hecho una gestión de "gobierno" deplorable y a
espalda de los más necesitados de ese empobrecido pedazo de tierra que tiene
colgado el nombre de país.
Resulta
que en el segundo oficio que quiso desempeñar este "Presidente" no ha
dado pie con bola, ni la va a dar. Lo razonable sería que la población le
invite a renunciar y le diga Martelly, sigue bailando, porque este empleo te queda grande.
En
el ruedo para ocupar la actual función de dirigir el destino de ese arruinado
lote de tierra, se dijo que Martelly resultó con la aprobación del 67,57% de
los votos. Lástima, fue para nada.
Se
registra que para el 2012 la población haitiana superaba los 10 millones de
personas en su 27.750 km², de quienes se
afirma que el 80% vive bajo el umbral de pobreza.
Se
precisa que la propia población, básicamente sus pensadores que viven muy bien,
reflexione sobre la cantidad de ayuda recibida de naciones y organizaciones y
la persistente miseria.
¿Por qué Martelly no hace más énfasis en la
agricultura supervisada con dinero de retorno, en la educación, en privilegiar
el medio ambiente, en centros hospitalarios y el reconocimiento de su población
para que no siga indocuementada?
Simplemente
porque el sombrero del "poder" le queda grande. Ese conglomerado ha recibido bastante ayuda,
pero las sombras siguen siendo más que las luces porque Martelly no ve más allá
de sus narices.
Solidaridad no ha faltado para Haití,
básicamente de la República Dominicana. Todo, empero, tiene un límite. No se
puede pretender que la gente de este país de Duarte, Sánchez, Mella y la
legión de dominicanos que respiran
carguen con el gasto de dotar de documentos de identidad a los vecinos.
Ese
gasto corresponde a Martelly y a los ricos de su país, y si acaso como las
dádivas suelen ser usualmente humillantes, el pago por parte de los infelices debe
ser prácticamente simbólico.
La
República Dominicana tiene su propio ajetreo con sus pobres que necesitan respaldo.
En
ese pedazo de tierra que lleva por nombre Haití, la población debe unirse en la
solución de sus propios problemas. Y, sin ánimo de ofensa, Martelly, sigue
bailando porque es lo que haces mejor para algunos grupos que gustan de esos
pasatiempos de mal gusto atrapados en vídeos.
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