Rosario Espinal
En la
República Dominicana muchos quieren vivir del Estado, pero hay dos
instituciones que han logrado el mayor subsidio público: los partidos políticos
y las iglesias (los empresarios se benefician fundamentalmente de las
exenciones).
Los partidos
políticos tienen su partida específica establecida en el Presupuesto Nacional,
con más dinero en años electorales. Ahora con las primarias, buscan que el
Gobierno las financie con 1,249 millones de pesos este año.
¿Para qué?
Para armar un circo a nivel nacional donde muchos políticos, la inmensa mayoría
sin posibilidad de ser electos, se diviertan en base a proyectar poder,
cortesía de los impuestos que paga el pueblo.
Es decir,
encima de que reciben financiamiento público para sus actividades regulares y
campañas electorales, los partidos también quieren financiamiento especial para
las primarias, aunque cuando se aprobó la Ley de Partidos se especificó que las
organizaciones políticas asumirían los costos con el dinero que reciben del
Presupuesto Nacional.
A esto hay
que agregar que los partidos en el poder (grandes y pequeños) se benefician
también porque sus dirigentes, militantes y simpatizantes ocupan muchos cargos
en el Estado y reciben contratos en el sector público. Es lo que en el argot
popular se llama “estar en la papa”.
Mientras
todo eso sucede del lado de los partidos, el Ministerio de Educación acaba de
firmar un acuerdo con la Confederación Dominicana de Unidad Evangélica (CODUE)
para que las escuelas evangélicas pasen al sector público.
¿Qué quiere
decir esto? Que esas escuelas mantendrán su misión religiosa intacta, pero los
costos, entre ellos el pago de maestros, serán asumidos por el Gobierno. Ya
antes se había firmado el mismo acuerdo con la iglesia católica (esto se aplica
a las escuelas religiosas que sirven a sectores menos pudientes).
Además, en
la República Dominicana la inmensa mayoría de las iglesias las construye el
Gobierno, son parte de las obras del Estado, cuando se supone que las iglesias
son autónomas y deberían ser financiadas por sus feligreses.
¡Aquí no!
Todas las iglesias entran en la tómbola de beneficiarias del Estado. Esto
incluye no solo la construcción de iglesias y ahora las escuelas de
denominación religiosa que sirven a los sectores de menores ingresos, sino
también subsidios a los colegios privados religiosos que se constituyen como
organizaciones sin fines de lucro, subsidios a las instituciones sociales que
dirigen religiosos, reparaciones de edificaciones, construcción de obispados,
donaciones de terrenos y edificios públicos, etc.
Antes el
monopolio del financiamiento religioso lo tenía la iglesia católica. Ahora se
benefician también las iglesias evangélicas que tienen un ritmo de crecimiento,
cuando la católica disminuye.
Mientras la
educación del país es deficitaria, los servicios de salud por igual, el acceso
a la vivienda digna precario, la disponibilidad de agua potable limitada, y el
transporte público ineficaz, los partidos políticos y las iglesias se llevan
una tajada importante de los recursos públicos.
Ojo: tanto
los partidos políticos como las iglesias operan de manera sectaria: cada uno se
cree y se proyecta como portador del bien. Con ese argumento, los partidos
luchan entre ellos por conquistar adeptos, e igual hacen las iglesias.
Esto
significa que el Estado, con dinero del pueblo, financia ese sectarismo, en vez
de destinar esos recursos para ofrecer servicios universales de calidad a la
población.
El
clientelismo es el elemento articulador de la relación Estado-sociedad en la
República Dominicana. Los partidos políticos y las iglesias son importantes
beneficiarios de ese sistema. ¡Todo en nombre del bien y el miedo al mal!
Artículo
publicado en el periódico HOY
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