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lunes, 3 de abril de 2023

Las imposición de las medidas de coercion, me parece un dislate jurídico

 Cuando entró en vigencia el entonces nuevo Código procesal Penal Dominicano, fui de los abogados orgullosos de haber sepultado aquel código Napoleónico, al cual se le achacaba todos los males de la justicia penal.

Recuerdo las reiteradas peroratas de quienes éramos asiduos visitantes del Palacio de justicia de ciudad nueva, " ese código de procedimiento criminal que tenemos, es inquisidor, por eso es que tenemos el tranquelo por cualquier cosa. Necesitamos un código garantista , donde se le quite al juez la bendita "íntima convicción ". Esas y muchas otras pendejadas más eran los temas de discusión entre quienes ejerciamos para ese tiempo el derecho penal.

Todos nos alegramos cuando se instituyó por la Ley No. 76-02, promulgado en fecha diecinueve (19) del mes de julio del año dos mil dos (2002), y cuya vigencia inició a partir de veinticuatro (24) meses con posterioidad a dicha fecha. Se acabaron todos los males de la justicia penal con este nuevo Código de procedimiento Penal? Claro que no.
Ahora entre los actores del proceso penal se ha desatado una lucha descarnada por quienes luchan por alcanzar mayor protagonismo en los procesos penales.
De una parte el ministerio público. Su afán de protagonismo raya en la locura.
Tienen las cárceles llena de presos preventivos, piden a diestra y siniestra prisión preventiva por cualquier quítame esta paja, además de pedir que los casos sean declarados complejos para gozar de un plazo mayor para presentar acusación, para después dejar caer los casos. Han convertido su noble papel de ministerio público en una especie de hazme reir.
Su propósito es buscar pantalla, decir que los expedientes estaban blindados para luego cuando se le caen, decir que fue el juez que lo puso en libertad.
De igual forma muchos colegas abogados, que también andan en busca de su momento de gloria frente a las cámaras y empiezan a hablar disparates ante la opinión pública, sin dedicarse a pedir la correcta aplicación de la norma. Muchos de estos abogados con aire de sabelotodo, si despachan con citas de personajes famosos y usted lo escucha, " no porque fulano dijo y mengano también dijo", han convertido el proceso penal en puras francachelas. Quizás por toda esas cosas hice bien en alejarme de los tribunales penales.
Por otra parte el juez que conoce sobre la imposición o no de medidas de coercion, han convertido ese proceso en una especie de circo Romano, donde los supuestos gladiadores, los abogados de la defensa, los fiscales y hasta los propios imputados, toman aquel escenario para darle riendas sueltas al cúmulo de emociones que tienen restringidas, muchos hasta llegan a creerse poetas, filósofos y superdotados. vergüenza.
El juez que conoce de esas audiencias, olvida que tiene la policía de la audiencia, quien se supone que conoce la norma y que está en la obligación de llamar al orden a quienes buscan protagonismo, pero parecería que también estos jueces andan en Busca de lo mismo, protagonismo.
No creo que el proceso penal esté en su mejor momento, cuando ni siquiera podemos conocer conforme la ley una medida de coercion.
Y es que las medidas de coerción para nada se deben parecer a un juicio de fondo. En ella no se conoce culpabilidad o inocencia del o los imputados, solo se deben presentar y hasta cierto debatir sobre las pruebas de arraigo que permitan al juez comprobar si los imputados tienen arraigo suficientes para no sustraerse al proceso en su contra.
Aquí ya es costumbre estas audiencias maratónica de 4 y 5 días, audiencias hasta de 14 horas , hablando sandeces y parece que más de uno de esos actores se siente orgullosos de tales desafueros.
De no cambiar este estado de cosas en el proceso penal, de nada han servido estos avances que lo estamos convirtiendo en puros chapuceros.
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