SERAN DOMINICANOS LOS SABOTEADORES??

Se vive en una sociedad de hombres y mujeres motivados por el bienestar común, inspirados en sentimientos y niveles de conciencia para compartír y vigilar por la salud económica, la vida de la población y estabilidad de nación bajo un regimen democrático y de leyes. 

El pasado 16 de febrero las elecciones municipales que se estaban celebrando fueron suspendidas por un sabotaje en los equipos automatizados. El sabotaje es un daño intencional provocado. Qué nube tan densa pasó por la mente de esas personas para perjudicar la tranquilidad de la población y la destrucción de bienes? Pensaron en ellos mismos y de sus familias? Midieron la dimensión del daño a producír y sus consecuencias? No sintieron ellos temor ante la mirada de Dios?

Después de consumarse los hechos es posible que los saboteadores estén celebrando la felicidad y satisfacción de sus intereses, su ego o la ciega aspiración de brillar como reyes frente al padecimiento de un pueblo. Están contentos porque llenan su profundo vacío. También gozan porque han perdido su corazón y alma y ahora son seres insensibles. Sienten que han perdido la fe en la capacidad de un pueblo que puede reconstruírse, renovarse y crecer grande con el trabajo de sus ciudadanos.

Esos saboteadores están robotizados, actúan como máquinas, por sus venas no corre la sangre humana o sienten que están hechos de piedras. Pueden estar enloquecidos y trastornados porque pensaron que nacieron para ser príncipes y que la vida le ha dado otro papel en la sociedad. Se sienten frustrados y deambulan por las calles sin entender que existen aún.

La inequidad y espíritu negativo de los saboteadores ha generado cuantiososo daños tangibles e intangibles, dificil de medír su intensidad y dimensión que se constituye en un extenso sacrificio de reparar para varias generaciones. Pero esta experiencia será una buena oportunidad para que la sociedad corrija sus males, eleve la capacidad educativa y de razonamiento de sus ciudadanos y elevar y fortalecer su dignidad y esencia democrática.

Por Victor Santana