Algo extraño en mi - El Playero Digital

sábado, 1 de enero de 2022

Algo extraño en mi

Mientras veía la algarabía de los preparativos de la noche de fin de año, trago en mano, sentí la soledad de quien vive rodeado de gente y no se encuentra. Las ganas de tomar mochila y hacer caminos a los desconocidos, cambios y búsqueda de momentos que nos puedan hacer feliz.

Sin llegar a la embriaguez ni al exceso en los tragos por que no soy  bebedor, observaba como la soledad se apoderaba de mí y de tantos otros seres que como yo necesitan de un cambio, de una rotura a lo habitual, a lo rutinario, para hacer de los espacios algo más placentero. Y es que llegan momentos de pensamientos extraños, de deseos y ganas que pensamos que los entornos ya no pueden dar o suplir.

Decidido a cambiar esos pensamientos, pensamos darnos una vuelta y ver otros ambientes. Por lo que dejamos el trago, que apenas llevábamos dos vasos, abrimos closet, desempolvamos calzados y recurrimos al baño frio de la noche para adecuarnos al circo cultural del cambio de fecha que cada año celebramos.

Sintiéndonos ya más relajado, pero poco deseoso, encremado y perfumado, ataviado para lucir en tal ocasión, nos vimos al espejo y sentimos que aquellos escenarios, los otros ambientes, donde quería ver si nos podrían dar algo diferentes, también podrían ser igual o peor que del que quería huir. Porque en los bares, drink, discoteca y coros muchas veces no nos dan un ambiente adecuado. Por lo que faltando horas para los abrazos y felicitaciones, miramos la cama como otra opción para ablandar los pensamientos de escape.

Por los que así vestido, decidí esperar un rato más, era temprano todavía, para salir y dar de mí mi mejor sonrisa, y me tire en la cama a buscar otros pensamientos que me pudieran ayudar a adecuarme al circo. Me quite el calzado, me acomode, cosa de arrugar la ropa y me dormí.

No sé a qué hora tocaron las 12, ni si todos los vecinos se felicitaron o si hubo tiros al aire, cuanto fueron los montantes explotados ni cuales abrazos faltaron. Que tarde se acostaron todos, que música sonaba más, la de la iglesia cercana o las bocinas de los carros o bares cercanos, solo sé que sentí la voz y el calor de mi hijo diciéndome:” Que tiene viejito? Feliz Año Nuevo”. Y hasta este día que las cosas se ven distintas, pero igual como cada día si así Dios quiere que siga.

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