Cuando seis pares de gemelos son una "maldición."
BBC
Para cualquier padre criar a seis pares de gemelos puede ser una empresa difícil; para Gladys Bulinya es toda una batalla debido a que en la zona de Kenia donde vive muchos consideran a los gemelos como una maldición.

Ahora, la mujer de 25 años de edad vive sola con 10 de sus 12 hijos en una casa de una habitación y techo de paja, a pocos kilómetros de la orilla del lago Victoria.
Sentada frente a su pequeña casa en el pueblo de Nzoia, Gladys recita la fecha de cumpleaños de sus hijos con facilidad.
“Ahora tengo que hacer un montón de pequeños trabajos para alimentar a mis 10 hijos John y James nacieron en 1993", empieza protegiéndose los ojos de los rayos del sol.
Gladys Bulinya explica que ella quedó embarazada en la escuela secundaria pero que su novio era demasiado joven para casarse con ella.
Su pena se volvió horror cuando su propia familia le ordenó entregar a los bebés en adopción.
Por suerte, Bulinya dice que cuando el padre del ex novio -que pertenece a un grupo étnico distinto, los Kalenjin- se enteró de que los gemelos habían sido abandonados, los tomó y se ha ocupado de ellos desde entonces.
Pero los problemas de Gladys no se detuvieron ahí. Cinco años más tarde se enamoró y se casó con un maestro de escuela primaria.
Ella vivía con la familia de su esposo cuando dio a luz a sus segundos mellizos, Duncan y Dennis.
Por el temor ante lo que consideraban un mal augurio -y de que alguien fuera a morir- la familia política la arrojó de la casa.
"Me pusieron en un taxi-motocicleta con mis gemelos y me mandaron a la casa de mi padre", dice.
Una vez más, sin embargo, no encontró apoyo de su familia que la maldijo, y ni siquiera le permitió entrar a la casa.
Con rapidez se organizó otro matrimonio, esta vez con un hombre 20 años mayor que ella.
El hombre estuvo de acuerdo con la alianza, dice ella, ya que no tenía esperanzas de casarse a su edad.
"Mercy y Fe nacieron en 2003, Carren e Ivy en 2005, Purpose y Swin en 2007", explica Bulinya.
Fue el nacimiento de Baraka y Prince el año pasado lo que acabó por hacer que el marido la abandonara.
Algunos de los niños asisten a la escuela local.
Las gemelas de cinco años se turnan para cuidar a los bebés de cinco meses, Baraka y Prince, mientras su madre limpia parcelas o lava ropa de los vecinos.
Duncan, de 11 años de edad, cuida el ganado de un profesor jubilado.
La ración mensual de maíz que recibe por sus funciones de pastoreo es suficiente para alimentar el resto de la familia.
A su mellizo, Dennis, por su parte, le dieron una beca en un internado privado cercano.
Gladys Bulinya dice que no se arrepiente de nada y ve a todos sus hijos como una bendición de Dios.
Y admite que ha sido esterilizada aunque regañadientes, "contra los deseos de mi iglesia", al no poder hacerle frente a la responsabilidad de tener nuevos vástagos.
"Yo soy católica. Cuando tomé la decisión le pedí perdón a Dios y estoy segura de que Dios entiende y me perdona por haber hecho esto", afirma.
Lo otro que la hace infeliz, dice, es la ausencia de sus gemelos de 17 años de edad.
Ella llora cuando recuerda el último encuentro que tuvo con ellos, hace dos años, durante la ceremonia de circuncisión de los jóvenes, un rito que marca el paso de la adolescencia a la adultez.
La tradición dicta que cada uno de los padres entregue a su hijo a los ancianos de la comunidad.
"Fui invitada y se me pidió dos veces que escogiera a mis hijos de entre una multitud de 30 muchachos", explica.
"En ambas ocasiones seleccioné al chico incorrecto y mi corazón aún sufre cada vez que pienso en ese día".
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