Mueren la diva cinematográfica de siempre. - El Playero Digital

miércoles, 23 de marzo de 2011

Mueren la diva cinematográfica de siempre.

La muerte de Elizabeth Taylor supone la desaparición de uno de los últimos gran mitos de la época dorada de Hollywood.

Su belleza clásica y eterna, su participación en películas legendarias pero también su ajetreada vida privada -marcada por su colección de ocho matrimonios- convierten a la actriz en uno de los grandes iconos del siglo XX, de esos cuya leyenda siempre será atemporal.

La actriz de los ojos violeta, de 79 años de edad, falleció este miércoles en el centro médico de Sinai de un fallo cardíaco y luego de una larga enfermedad.
Fue ganadora de dos Oscars como mejor actriz, premio al que estuvo nominada en otras tres ocasiones.


Taylor formó parte del Olimpo de los dioses, -o de las diosas-, junto a nombres como Katherine Hepburn, Greta Garbo, Marlene Dietrich, Lauren Bacall y su imagen eternamente glamourosa y su indiscutible belleza viene inmediatamente a nuestra memoria al pensar en la historia del cine en mayúsculas.

Carrera de juventud
Nacida en Londres un 27 de febrero de 1932 su debut en el cine se produjo a una edad temprana, como una niña prodigio de 9 años que materializó la promesa con sus primeros filmes de adolescencia y supo llevar a cabo la transición a la madurez de una veterana de Hollywood.
"Fuego de juventud", dirigida en 1944 por Clarence Bown y en la que compartía reparto con Mickey Rooney, fue la película que la lanzó al estrellato. El rodaje, en el que interpretaba a una joven jinete, se convirtió en un éxito de taquilla de la época.
A partir de ahí se iniciaría una larga carrera de más de 70 films caracterizada por papeles especialmente revolucionarios y escandalosos para su época.
Su segundo gran éxito sería "Un lugar junto al sol", en el que interpreta a una chica de la alta sociedad cuyo amor por George Eastman, magnate de Kodak e interpretado por Montgomery Clift, tendrá trágicas consecuencias.

En "Gigante" (1956), otra de las grandes películas de su carrera, compartió papel con el legendario James Dean y Rock Hudson, al que le uniría una profunda amistad que duraría hasta la muerte del actor.
La película de Tenesse William la catapultó no sólo como una de las actrices más bellas que había pasado por Hollywood, sino también como una de las de mayor talento, pese no conseguir el Oscar para el que estaba nominada.
Tampoco consiguió la preciada estatuilla, que le fue arrebatado por Katherine Hepburn, su compañera de reparto, por "De repente, en el verano" (1959).

Fastuosa Cleopatra
Pero sí lo logró, en cambio, en 1960 por la película "Butterfiel 8" ("Una mujer marcada") de 1960, tres años antes de interpretar otro de sus papeles históricos. Taylor dio vida a la que es considerada una de las mujeres más bellas y poderosas de toda la historia, "Cleopatra" en 1963, junto a Richard Burton.
La película fue famosa en esa época por ser la más fastuosa y más cara de la historia en ese momento (US$19 millones) mucho más que por su calidad artística.

Junto a Burton, Elizabeth Taylor también rodaría "¿Quién le teme a Virgina Woolf?" la última gran película de su carrera por la que ganó un segundo Oscar en 1966 otorgado a su interpretación de la gorda y extremadamente desagradable Martha.
Su vida privada fue casi tan escandalosa como mucho de los papeles que interpretó. Su primer matrimonio se produjo a los 18 años, cuando se casó con Conrad Hilton, un heredero de una lujosa cadena de hoteles.
Cuatro años más tarde lo haría con Michael Wilding, del que tuvo dos hijos, Chris y Michael.
No tardaría mucho sin embargo en cambiar de marido.
Tan sólo tres años más después, Taylor contraía nupcias con el productor de cine Mike Todd, con quien tuvo una hija, Liza.
Se dice que la muerte de Todd en un accidente aéreo poco después la dejó devastada.
El cantante Eddie Fisher se convirtió en su paño de lágrimas y al parecer la estrategia funcionó. Con él protagonizaría otro de los escándalos de aquellos tiempos puesto que muchos afirman que Taylor le "robó" el marido a la actriz Debbie Reynolds.
El matrimonio Fisher-Taylor, en 1959, duró cinco años. Fisher era el hombre con el que Taylor estaba casada cuando conoció a Richard Burton.
Con Burton, Taylor se casó dos veces: en 1964 en un primera instancia que duró 10 años para pasar a divorciarse en 1974 y volver a casarse un año después en un segundo intento que duró apenas cinco meses.
Pese a todo, muchos afirman que fue el amor de su vida.
El mismo año en que se divorcia por segunda vez de Burton (1976) Taylor decidió probar con un ex miembro de las fuerzas navales, John Warner, que más tarde se convertiría en senador republicano. Su matrimonio duró hasta 1982.
Es entonces cuando comenzó a hacer incursiones en clínicas de rehabilitación de drogas y alcohol, un proceso que se vio agravado cuando se produce la muerte de Burton el año siguiente, en 1984.
Fue en una de estas clínicas donde conoció al albañil Larry Fortensky, 20 años menor que ella y que se convertiría en su último marido, en 1991, en una boda que causó una gran expectación y tuvo lugar en el rancho de California de uno de los amigos más íntimos de la actriz, Michael Jackson.
Fortensky había sido encarcelado en varias ocasiones por conducir bajo los efectos del alcohol y por delitos relacionados con las drogas. Junto a él protagonizó otro de los escándalos de la época: su divorcio costó a la actriz cinco años más tarde la nada despreciable suma de US$1,6 millón de dólares.
En la última etapa de su vida que comienza en los años 90 Taylor realizó algunas películas menores y empezó a ser más conocida por su labor humanitaria. Se convirtió en una embajadora de la lucha contra el sida, como consecuencia de la pérdida de su gran amigo Rock Hudson, uno de los primeros grandes iconos en morir de esta enfermedad.
También fue conocida por su apoyo incondicional a Michael Jackson, frente al que siempre permaneció públicamente incluso en los peores momentos del escándalo sexual de abuso a menores que vivió el conocido cantante.
En 2003 se retiró oficialmente. Un año más tarde, empeoró su estado de salud y comenzó a desarrollar la enfermedad y las complicaciones del corazón que le dejaron inválida, incapaz de caminar y postrada en una silla de ruedas.

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