Caminar hacia la excelencia moral, la felicidad y la tranquilidad es la norma de casi todos los padres en la vida cotidiana de esta existencia prestada. Transmitir estos mismos principios a generaciones por venir, y sobre todo para aquellas que salen de nuestro seno familiar, es un deber, pero más que ellos, una responsabilidad.
Los principios éticos y morales que recibimos de nuestros padres los transmitimos a nuestros sucesores, modificados quizás por la adecuación de los tiempos, pero principios a fin al cabo basado en la exigencia social, en la búsqueda de una personalidad que suscite a eso requerimientos que demanda la prudencia, el comportamiento sano y la elocuente búsqueda la aceptación del ambiente.
Con esta construcción social, a través de estos principios, de un nombre o de un apellido, quizás más grande, de una familia, se espera que sus generaciones vayan en la misma línea que los que le antecedieron, caminando la trayectoria creada en la sociedad a la cual pertenezca o donde quieras que vallen.
Hay familias ejemplares de donde han salidos prominentes profesionales de diversas áreas, que han puesto sus conocimientos al servicio de su comunidad, que sufren o se sienten afectada por decisiones ajenas a la creadas en su núcleo central, por generaciones que no supieron adecuar los principios morales y éticos recibidos a la modernidad. Y son sentenciadas, no solo por la justicias, cuando los hechos llegan a estar a eso niveles, sino que también señalados y sentenciados por la más cruel de la sentencia, la social.
Esas familias, mucho más sus miembros, se ven en la misericordiosa resignación de aceptar ser señalados por personas que no tienen la mas mínimas condiciones para señalar a nadie en esta sociedad. Gente ensuciada en sus existencias, que enfocan su cotidianidad a la búsqueda del que decir de alguien. Todos padecemos alguna vez de algo, de un error, de una injusticias, de un hecho que lamentar dentro del seno familiar.
Yo sufrí, yo padecí, yo pague por cumplir con mi deber. Padecí, sufrí y pague por omisión no por comisión, y por ello ando calles arriba, calles abajo con mi frente en alto, tocando y empujando puertas, visualizando el camino del progreso, preparándome cada días en el mundo universitario, por eso hablo y me identifico con los núcleo familiares que sufren y padecen.
Pero al igual que mis padres y esas familias, a los míos, los nustros de principios para que transiten sus propias existencias, pero haciendole ver mis tropiezos para que no se encuentre con ellos en el camino que ellos mismos han de trillar cuando la edad le permitan tomar sus propias decisiones.
Voy vemos una gran familia de esta comunidad, sufriendo por decisiones tomas por su generación muy divorciada de que ellos han sabido inculcarle. Hoy se acaba con un apellido, se tiran de todo contra una familia, no sabiendo que en las viñas del Señor has de haber de todo para que sean viñas.
Hoy le toca a esa gran familia mañana quien sabe……..
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