Que Dios nos libre de una vejé indigente
POR ALEJANDRO SANTANA
Y no es así en el ambiente político de esta ciudad por lo menos, no se si en otras ciudades existen funcionarios con la sensibilidad suficiente para prestar atención a esos hombres de edad que ya lo dieron todo.
Lo han dado todo, unos por la patria, por los ideales, por la familia, en fin agotaron sus años útiles y ya hoy apestan, hieden, no silben para nada y nos importa que se mueran en el ante despacho de un funcionario.
Esa realidad la he presenciado en el ante despacho del Gobernador Provincial, en el ante despacho del Alcalde Municipal, dos políticos que le prestan atención a la gente, pero que no tienen el personal político que los ayude con ese tipo de personas que anda buscando una ayuda.
L os días en que esos incumbentes están en sus oficinas, son decenas de personas necesitadas que se apersonan y no hay manera de atenderlos a todos.
Y no ocurre porque esos funcionarios que son atentos con todo el mundo han descocido que a parte de su secretaria personal, deben tener una secretaria o secretario político que los ayude en ese tipo de contacto.
Pudiera haber un personal integrado por personas de la confianza del incumbentes para que reciba las solicitudes, las quejas y se la tramitan hasta con las recomendaciones de lugar para que ese funcionario le de salida a las mismas.
Pero no es así y las secretarias son indolentes con esos ancianos que acuden a esas oficinas, hoy vi uno de esos episodios de un señor, perredeísta de toda la vida en el ante despacho del señor sindico desde las ocho de la mañana.
A las tres de la tarde aún no bahía podido ver al incúmbete para hacerle una solicitud, no le pediría mas de quinientos pesos para comer o quizás un pasaje para ir a la capital a un chequeo medico.
Es doloroso, y a veces uno se pregunta, “dónde están los parientes de esos ancianos indigentes que andan pasando trabajo en el ante despacho de funcionarios”.
Es doloroso y hasta inhumano que eso tenga que ocurrir sin que alguno de los funcionarios le pasan por el lado cuando entran al cuarto frió del incúmbete y no le informen la situación que ,estoy seguro que si lo hacen esos funcionarios saldrían un momento y lo atenderían o lo mandarían a entrar.
Pero eso no ocurre porque los viejos ni a los hijos de hoy día les duelen, menos a los empleados de una oficina donde se están beneficiando del favor del voto de ese anciano indigente que llevo a su jefe a ese puesto. Que el señor nos ampare y no nos permita llegar a viejo siendo indigente.
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