¿POR QUÉ SOMOS INFIELES?

El amor es un
“pelotazo” que dura 900 días de media. Durante los primeros cien se activa una
región del cerebro que genera hiperactividad: toda la energía se focaliza en la
pareja y no existe nada más. A los 300 días ese fogonazo de pasión pierde llama
y a los 900 se apaga. Nuestro cerebro no está programado para la monogamia.

EL CÓCTEL DEL AMOR
“Nosotros no hemos inventado la infidelidad,
solo aseguramos que se haga de una manera discreta y segura. La pareja monógama
para toda la vida era posible hace 100 años cuando la esperanza de vida era de
50 años. Que una persona te satisfaga sexualmente durante 70 años… es una
utopía”, cuenta Christoph Kraemer.
Más allá de las percepciones de Kraemer, está
la ciencia. Según la ‘Teoría del amor caduco’ de la psicóloga Cindy Hazan, el
responsable de Ashley Madison no va desencaminado. “Estamos programados para
estar enamorados el tiempo suficiente para procrear, unos tres años. Después el
cóctel del amor, formado por la dopamina y la testosterona (entre otras
sustancias) se volatiliza”, explica el neuropsicólogo Raúl Espert basándose en
esta teoría.
¿Qué sucede cuando nos enamoramos y estalla
la pasión? Según varios estudios realizados mediante resonancias magnéticas,
durante los primeros 100 días de relación se activa el núcleo caudado, una
región del cerebro “muy primitiva” que provoca hiperactividad. Durante ese
periodo, no existe nada más allá de la pareja. Además, la corteza prefrontal,
parte del cerebro encargada de la previsión y la planificación, deja de
funcionar. “Es el mundo perfecto: idealizas a tu pareja y la ves perfecta. Se
hace el amor con mucha frecuencia”, argumenta Espert.
Pero pasados 300 días, y según muestran las
resonancias magnéticas, el núcleo caudado aparece inactivo de nuevo y la
hiperactividad desaparece. “Sólo un 5% de las especies son monógamas. Nuestro
cerebro no está programado para ello”, aclara el neuropsicólogo.
SE APAGA EL SEXO
Según el cuestionario PLC (Passionate Love
Scale), que mide el enamoramiento de 0 a 135 puntos, los niveles bajan un 50%
después de los primeros 300 días. “Por mucho que nos empeñemos en decir que
sentimos la misma pasión, nuestro cerebro habla por nosotros”, opina Espert.
Entonces, ¿por qué la media de duración de la pasión se sitúa en 900 días? A
partir de los 300 días, la segregación de dopamina se sustituye por otras sustancias
que están más relacionadas con la confianza y la estabilidad. “Ya no es el sexo
loco del principio; empieza a surgir un amor más intelectual”.
La infidelidad
en las mujeres se da en mayor medida durante los periodos preovulatorios,
momento en el que suben los niveles de testosterona (hormona del deseo). En el
caso de los hombres, según explica Espert, se da el ‘efecto Coolidge‘. Se
conoce así por un viaje que realizó el presidente de EEUU John Calvin Coolidge
a una granja. “Coolidge observó que cuando dejaban a un gallo con una gallina
éste solo se apareaba una vez, no repetía. Sin embargo, al dejarlo en el corral
con muchas gallinas, se las tiraba a todas”, señala.
“El hombre siente
la necesidad de dar salida a entre 500 y 800 millones de espermatozoides.
También se conoce como el gen egoísta”, prosigue Espert, profesor del curso ‘Psicobiología del amor y el sexo: una
visión poco romántica de Cupido‘. Ejemplo de ello es un estudio que
revela que cuando los hombres firman el divorcio los niveles de testosterona
suben rápidamente o que durante el embarazo de la mujer a los varones les baja
el nivel de testosterona y les sube la oxitocina (hormona de la confianza y del
vínculo), expone.
LOS FIELES POR GENÉTICA
Hay quienes tienen múltiples receptores de
oxitocina (hormona de la confianza) y de vasopresina (conocida como hormona de
la monogamia). Esos casos suelen coincidir con las personas más fieles. “Hay
muchas personas de 60 y 70 años que aseguran estar igual de enamoradas que el
primer día y un estudio realizado con resonancia magnética demostró que es cierto
y siguen teniendo activas ciertas zonas del cerebro. Eso sí; sólo son entre un
3 y un 5% de la población”, expone Espert.
¿Cuál es la clave para mantener la llama de
la pasión más allá de las cuestiones genéticas? Que cada miembro de la pareja
viva en su casa y mantenga su independencia económica, sugiere el experto. “Las
dos principales causas de que las parejas no se separen y sean infieles son los
hijos y el dinero”.
LA INFIDELIDAD COMO ALGO POSITIVO
Para la sex
coach y autora de Tu sexo es tuyo, Sylvia de Béjar, muchas veces
las parejas salen reforzadas después de un episodio de infidelidad, ya que
afrontan problemas que de otra manera no se habrían atrevido a tratar. “Al
probar otras cosas salen de la monotonía y se redescubren. Para que haya morbo
entre dos personas son necesarios tres factores: la novedad, el misterio y lo
prohibido. A veces el paso del tiempo nos aleja de estas claves”.
El autor del
bestseller de The New York Times En principio era el sexo,
Christopher Ryan, insiste en que la monogamia es antinatural en nuestra
especie. “No hay nada reprochable en elegir ser monógamo, pero es como elegir
ser vegetariano: será difícil porque está en nuestra naturaleza comer carne,
justo como está en nuestra naturaleza sentirse atraído por diferentes
personas”.
“Como nuestros más cercanos antepasados, los
chimpancés y los bonobos, el Homo Sapiens evolucionó como una especie
promiscua. Esta es su esencia”, defiende Ryan.
Si ya llevas 900 días con tu pareja y sigues
enamorado, enhorabuena. Pero cuidado: la llama se puede apagar.
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