Gregorio: Un trabajador
excepcional
La dedicación al trabajo y su humildad a flor de piel
provocaron que inadvertidamente Gregorio Peralta fuera cautivando el corazón de quienes le veían a diario, sin
hacer el mayor ruido, totalmente entregado a su quehacer de conserje.
No había llegado a la edad de Cristo cuando este delgado
y pequeño caballero entró a laborar en la Junta Central
Electoral (JCE), tras recorrer en su adolescencia más de 140 kilómetros para quedarse
a vivir en capital de República Dominicana.
Probablemente,
durante sus 27 años de faena pudo pasar inadvertido en el mundanal
ruido citadino de Santo Domingo, no así para quienes respiraban el frescor de
la limpieza y caminaban por los lustrosos pisos hacia sus áreas de trabajo.
En ese ínterin, su pelo negro se fue encaneciendo y aparenta
tener más de los 58 años que registra su calendario oficial, aunque no le da
mente a eso.
Está enfocado en disfrutar su pensión para que no le
ocurra lo que a muchos, que el tiempo se les disipa y los fondos los disfrutan
otros.
Estaba tan sereno como siempre, cuando todo el personal
de Conserjería le sorprendió con un agasajo auspiciado por Moisés García,
encargado de ese Departamento, donde le
reiteraron su afecto, le aplaudieron y brindaron por él.
Se cuenta que durante un
acto a los empleados en una gestión anterior, fuera de la institución,
se reconocieron varios empleados. En ese grupo estaba Gregorio y cuando le
llamaron para entregarle el galardón, todo el personal se puso pie mientras le
aplaudían. Esto motivó que la jerarquía institucional también se levantara de
sus asientos para rendirle honor a este buen hombre.
Gregorio llegaba a su trabajo a las 6:00 de la mañana, en
ocasiones a las 5:00 de la madrugada y hasta terminar su labor estaba allí. Su
vocabulario no incluía la palabra NO. Sus propios compañeros y su superior en
Conserjería coinciden en que siempre buscaba la vuelta a todo.
Varios de los conserjes resaltaron las cualidades de
Gregorio, quien solo se limitó a decir: “Los quiero a todos iguales. Siempre
les daré vuelta”.
Rodolfo Pacheco (El Rey del Lente) fue específico al
describir a este laborioso hombre: “Gregorio era súper trabajador”.
Gregorio, quien nació en el paraje Los Limones de la Provincia Duarte
y su padre lo trajo junto a resto de la familia a la capital dominicana, no sabe leer ni escribir. En un aparte fuera
del agasajo, acogió la sugerencia de ingresar al Plan Nacional de
Alfabetización “Quisqueya Aprende Contigo.”
Si asume la alfabetización con el ahínco que hizo su
trabajo durante 27 años, es seguro que podrá escudriñar el por qué algunas
calles llevan el nombre de Gregorio Luperón, que este tocayo fue un pasado Presidente dominicano oriundo de Puerto Plata y que el
papa número 60 se llamaba Gregorio
Magno.
Este trabajador excepcional puede seguir adelante en
otras facetas, si asume el aprendizaje y se convierte en actor de
su nuevo destino. El país necesita que
abunden personas como Gregorio Peralta.
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