Todos los días tomamos decisiones que pueden cambiar el rumbo de nuestra vida - El Playero Digital

martes, 4 de marzo de 2014

Todos los días tomamos decisiones que pueden cambiar el rumbo de nuestra vida

Convivir no es de locos

“¿Cuál es tu siguiente viaje, Raül?” Confieso que he escuchado tantas veces esta pregunta. Es más, creo que si cada vez que la escuchara lo apuntara en una libreta, ahora tendría recopiladas varias libretas sobre mi escritorio.

Barcelona, Marrakech, Lyon, Guanajuato, Lima, Estambul, Montevideo, Dublín, Medellín, Potosí, Atenas, Valparaíso, Lisboa, Salvador de Bahía, Budapest, Viena, La Habana, Puerto Viejo, Mar del Plata… son algunos de los muchos lugares donde he pasado un período de mi vida. A veces son días, otras semanas y, en ocasiones, meses. Pero en realidad no importa el tiempo que he vivido en cada uno de estos lugares, sino la calidad de lo vivido.
Al finalizar mis estudios, me fui a vivir a Granada. Fue mi primer viaje. Una mañana, en el mirador de San Nicolás, decidí cambiar mi reloj por una pulsera. Quizá fue un acto más por comodidad que por convicción. Todos los días tomamos decisiones que pueden cambiar el rumbo de nuestra vida. Aquella mañana, sin darme cuenta, al apartar el tiempo de mi vida, empecé a sembrar la semilla de mi libertad. Desde entonces he ido evolucionado hacia el minimalismo, hacia lo esencial. Creo que no necesitamos más cosas para vivir que todo aquello que podamos meter en una mochila. Todo lo demás se convierte en una pesada carga que no nos permite avanzar. Cuando viajo mi equipaje pesa alrededor de 9 kilos. Y es que, con el paso de los años, he aprendido a diferenciar la cantidad de la calidad. Además, lo realmente importante no tiene nada que ver con lo material sino con lo humano, es decir, con aquellas personas que me encuentro en los países donde viajo. Para mí sólo existe una cosa imprescindible: los Otros.
Me gusta viajar, conocer lugares y escribir sobre sus gentes. A veces me preguntan si podría elegir una ciudad de todas las que he visitado. Pero es muy difícil elegir una ciudad. Pienso que todas las ciudades pueden ser hermosas o feas, depende de cada individuo. Porque la belleza o la fealdad de las cosas, en cierto sentido, está en el ojo del observador. Para mí todas las ciudades son hermosas, incluso aquellas que están sumergidas en una inmensa capa de neblina gris. Porque en realidad son las personas que habitan en éstas las que las hacen hermosas, y, afortunadamente, siempre he encontrado a personas que han hecho que mis viajes estuvieran llenos de sentido y autenticidad. Incluso en las peores circunstancias. Pero si tuviera que elegir me quedaría con dos ciudades: la primera y la última. La primera porque la primera vez de todas las cosas son mágicas. Por eso Granada siempre será especial. Y la última porque es el lugar donde me encuentro en ese momento y, por lo tanto, la que me está regalando en cada instante el regalo de la existencia. Como dijo Schabacher: “Cada día viene con sus propios regalos. Desata los lazos”. Os aseguro que no existe un solo día que no desate todos los lazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario