¿Feliz Día del Trabajo?
El 1 de mayo de 1886, unos 200,000 trabajadores iniciaron la
huelga, mientras que otros 200,000 obtenían esa conquista con la simple
amenaza de paro. El reclamo era claro: un pedido de reducción de la
jornada laboral a 8 horas, cuando lo "normal" era entre 12 y 16.
La
protesta, llevada a cabo inicialmente por 80.000 obreros, pronto desembocó en
una poderosa huelga nacional que afectó a numerosas fábricas de los Estados
Unidos. La fuerza demostrada por los asalariados en su lucha marcó un
antes y después en la historia de todos los empleados, instaurándose aquella
fecha como el "Día del Trabajador".
Desde su establecimiento, el Primero de Mayo, se ha
convertido en la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial,
utilizada para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales.
Para lograr esta conquista, muchos hombres y mujeres dejaron
su vida en el camino para que los empleados actuales pudieran disfrutar lo que
ellos soñaron, un tiempo laboral equitativo.
Esto dio inicio al establecimiento del horario laboral, que
son las horas que cada asalariado dedica a la ejecución de sus
obligaciones en la empresa donde fue contratado. Son 8 horas
diarias y 40 horas semanales de descansos.
El lema de la revolución industrial era 8 horas de trabajo,
8 horas de descanso y 8 horas de sueño que se alcanzó en numerosos países en la
década de 1970 a 1980.
República Dominicana
Muchos decenios de luchas caracterizaron el andar de la clase
obrera y sus demandas costaron “sangre, sudor y lágrimas”. Por eso
cuando se informó que el Código Laboral dominicano sería modificado, muchos de
los cambios en perjuicio de los trabajadores, la sociedad mostró su
rechazo y desconcierto ante tal reforma.
Esta pieza jurídica presentada ante los ojos de América y del
mundo como un modelo, ahora intenta tirar por la borda esos logros alcanzados,
para aprobar otro, en el cual las jornadas laborales pasen de 44 a 48 horas
semanales; se reduzca el pago de horas extras; además, se
limita las cesantías hasta 4.5 salarios mínimos solo por tres años,
sin importar el tiempo laborado.
Los argumentos de la clase empresarial se basan en el crecimiento
de los empleos informales en detrimento del sector formal; pero, en realidad
las consecuencias no se justifican en el sentido de que “la economía es la que
provoca el crecimiento o decrecimiento del empleo y no la legislación laboral”.
Es preciso que se preste atención al curso de estas
intenciones y seguir de cerca las discusiones, pues en el decir popular “la
soga se parte siempre por lo más débil”. No es de extrañar que aunque estas
modificaciones o cambios resultan arbitrarias y antagónicas, sean finalmente
aprobadas por quienes tienen el poder; mientras que el trabajador será quien
sufra en carne propia sus consecuencias.
La historia se repite y al parecer a los dominicanos y
dominicanas, tal como hicieron los jornaleros de la revolución
industrial, tendrán que librar otra batalla para impedir que el sufrimiento que
padecieron esos valientes hombres y mujeres no sea mancillado.
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