La dama de la comunicación - El Playero Digital

miércoles, 29 de julio de 2015

La dama de la comunicación

El suplicio de Supplice

Por CÁNDIDA FIGUEREO
La buena convivencia entre los pueblos se sustenta en el respeto mutuo, lo que obviamente suprime lo que en buen dominicano le llaman vivir “como chivos sin ley” como ocurre en el área que  desde 1801 lleva el nombre de Haití

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Si un dominicano critica la negligencia haitiana de no documentar a sus paisanos, fluyen los “defensores” pretendiendo justificar la ilegalidad, de lo que se excluye al osado varón de esa nacionalidad que reveló lo que se puede denominar el “suplicio” de Supplice  por ese vecindario  abandonado.

Esta verdad de Perogrullo quizás la entiendan mejor aquéllos que por razones “inexplicables” tienen una venda que no les permite ver ni entender nada, luego de las explicaciones del destituido embajador de Haití en República Dominicana, Daniel Supplice.

Supplice evidencia, en su misiva a quien “dirige” esa zona, que es una persona preocupada por un cambio positivo para sus compueblanos y quizás sea una de los hombres más idóneos para cambiar ese desastre en detrimento de una mayoría de pobres.

No faltan “grupos generosos” a quienes gusta la pobreza porque esta es un símil de venda para que no se exijan derechos prioritarios, propios de un ser humano con un aval de existencia digno y un registro de identidad  de su lugar de origen.

Supplice, amante del diálogo constructivo como él señala en una carta cuyo contenido le costó su destitución, indica a la persona que tiene “el timón” en Haití que  cientos de miles de haitianos esperan en vano los documentos prometidos para estar regulados como grupo social.

Subraya además que debe prevalecer la coherencia y armonía en las normas diplomáticas y que “con calma, sabiduría y visión se resuelven los conflictos entre los estados.” 

Lástima que lo dicho por Supplice cayera en el vacío. Dirigir grupos poblacionales precisa cierto nivel formativo y cultural, aunque la Constitución no aluda sobre este particular. A esos infelices no se les puede negar el derecho de ingresar a su suelo y estar debidamente identificados.

Todo gobernante debe procurar para su pueblo alimentación,  educación, trabajo y salud porque solo bailando no se logra nada. No es asunto de color, sino de subsistencia. La República Dominicana no puede con carga ajena porque tiene la propia.

Este país es el más solidario del mundo y no se inmiscuye en que foráneos preocupados por los haitianos carguen con ellos para sus casas o su país.



No se trata de regatear esto a los haitianos, no. Se hizo con amor y desprendimiento, pero esto no indica que República Dominicana se deje apabullar con pretensiones irascibles. El suplicio de Supplice en pro de un  Haití objetivo que asuma su responsabilidad, no lo va a vivir RD aunque el mundo entero y todos los organismos que les venga en ganas se derritan  cacareando a los cuatro vientos. 

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