El suplicio de Supplice
La buena convivencia entre los pueblos se sustenta
en el respeto mutuo, lo que obviamente suprime lo que en buen dominicano le llaman
vivir “como chivos sin ley” como ocurre en el área que desde 1801 lleva el nombre de Haití
.
Si un dominicano critica la negligencia haitiana de
no documentar a sus paisanos, fluyen los “defensores” pretendiendo justificar
la ilegalidad, de lo que se excluye al osado varón de esa nacionalidad que reveló
lo que se puede denominar el “suplicio” de Supplice por ese vecindario abandonado.
Esta verdad de Perogrullo quizás la entiendan mejor
aquéllos que por razones “inexplicables” tienen una venda que no les permite
ver ni entender nada, luego de las explicaciones del destituido embajador de
Haití en República Dominicana, Daniel Supplice.
Supplice evidencia, en su misiva a quien “dirige”
esa zona, que es una persona preocupada por un cambio positivo para sus
compueblanos y quizás sea una de los hombres más idóneos para cambiar ese
desastre en detrimento de una mayoría de pobres.
No faltan “grupos generosos” a quienes gusta la
pobreza porque esta es un símil de venda para que no se exijan derechos
prioritarios, propios de un ser humano con un aval de existencia digno y un
registro de identidad de su lugar de
origen.
Supplice, amante del diálogo constructivo como él
señala en una carta cuyo contenido le costó su destitución, indica a la persona
que tiene “el timón” en Haití que
cientos de miles de haitianos esperan en vano los documentos prometidos
para estar regulados como grupo social.
Subraya además que debe prevalecer la coherencia y
armonía en las normas diplomáticas y que “con calma, sabiduría y visión se
resuelven los conflictos entre los estados.”
Lástima que lo dicho por Supplice cayera en el
vacío. Dirigir grupos poblacionales precisa cierto nivel formativo y cultural,
aunque la Constitución no aluda sobre este particular. A esos infelices no se
les puede negar el derecho de ingresar a su suelo y estar debidamente
identificados.
Todo gobernante debe procurar para su pueblo
alimentación, educación, trabajo y salud
porque solo bailando no se logra nada. No es asunto de color, sino de subsistencia.
La República Dominicana no puede con carga ajena porque tiene la propia.
Este país es el más solidario del mundo y no se
inmiscuye en que foráneos preocupados por los haitianos carguen con ellos para
sus casas o su país.
No se trata de regatear esto a los haitianos, no.
Se hizo con amor y desprendimiento, pero esto no indica que República
Dominicana se deje apabullar con pretensiones irascibles. El suplicio de Supplice
en pro de un Haití objetivo que asuma su
responsabilidad, no lo va a vivir RD aunque el mundo entero y todos los
organismos que les venga en ganas se derritan
cacareando a los cuatro vientos.
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