Una reflexión sobre un hecho que las mentiras y
encubrimiento han complicado
Los
ciudadanos nos acomodamos de tal manera que queremos policías, cómplices
y complacientes, fiscales que respondan a nuestros intereses y periodistas que
por doscientos pesos digan lo que nos conviene.
Andamos tan
imbuidos en nuestras propias cosas, pretensiones, deseos que si tuviéramos la
oportunidad de hacer girar el mundo a nuestro antojo lo haríamos.
La mayoría
queremos policías que se acoplen a nuestros intereses, deseos y pretensiones,
si violamos las leyes, nuestros alegatos no se hacen esperar para
convencerlos de que no fue de ese modo.
Para ello
alegamos ignorancia de leyes establecidas en nuestro código procesal y penal,
si eso no funciona, apelamos a la amenaza sublime, emparentándonos con algún
funcionario de mucho peso.
Pero si eso
tampoco funciona, sacamos el soborno, pero si tampoco funciona, ya en
presencia de un fiscal o juez nuestros alegatos van en el sentido de que estos
funcionarios acepten nuestra defensa sin más.
Si eso
tampoco funciona, pues entonces el abogado que buscamos para que nos defienda
lo convencemos para que salga en los medios acusando desde el policía fiscal y
juez de que nos robaron una suma que ni en sueño hemos tenido.
Y ahí es
donde entra el periodista, si es serio investigaría los hechos, si destaca la
verdad, ese es un hijo de puta mal nacido, enemigo jurado.
Ese no nos
conviene, buscamos a uno de esos comunicadores que con doscientos
pesos arreglan todo, lanzando la gran mentira o ardid para desacreditar
policías, fiscales y jueces.
Encubrir la
verdad no debe ser tarea de policías, ser complaciente no es tarea de fiscales
y jueces, pero encubrir la verdad no debe ser tarea de un periodista que se
respete porque la verdad siempre saldrá a flote más temprano que tarde.
Los ilícitos
no deben ser nuestras acciones, la honestidad nos libra de adentrarnos en
laberintos que tarde o tempranos nos borraran el camino de salir airosos
frente a las circunstancias.
Esta es una
reflexión y cualquier parecido a hechos acaecido en fin de semana
cualquiera es pura coincidencia
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