El pasado
mes de diciembre un destacado hijo de esta sociedad, un hijo de Dios, un hijo
tirado a su suerte por padres irresponsables, un niño de la calle me desgrano
el vidrio trasero de mi vehículo tirándose piedras con uno de sus iguales en un
centro comercial.
La impotencia
y la tolerancia embargaron mi estado emocional. A quien le cobro el daño? Que se
hago a este niño? Que mensaje le envió a sus padres irresponsables que tiraron ese
niño a suerte a las calles de Dios? Que decirle al Estado por no tener mecanismo
de protección para estos casos? Pues solo lo hice conducir a su casa, con una
patrulla de la policía, a este infeliz
que tenía toda la culpa del mundo y a la vez no tenía ninguna, ya que ir yo sería más
doloroso al enfrentarme al estado de necesidad de sus padres y algo más.
Esa tolerancia.
Esa identificación con el cuadro del niño me sirvió para encontrarme a mismo. Un
mal rato. El seguro cubría los daños. Como me dijo un amigo: A veces pagamos
seguros por años y nunca los sangramos”. Aquí en mi cuidad lo podía hacer, pero
preferimos ir a santo domingo en diciembre y hacer algo distinto. Allá lo
ponen más tranquilo.
Preparar el vehículo
para viajar siempre debe ser una procesión. Y eso hicimos. Verificar aceite,
repuesta, líquido de freno y agua en el radiador, etc. Allí cambiamos agua por
Coolamg y listo. Arrancamos. Medio camino
la calentura del motor, wwaaoo!! Que pasa!!? Dejaron el tapón del radiador flojo.
Lo boto. Agua y agua. Llega la seguridad vial, mas agua y agua todo el tiempo
con el motor encendido. Y el veredicto: para atrás, daño la junta de la culata.
UUff que diciembre!!
Que servicio! Los agentes de seguridad vial hicieron de todo. Nunca nos
abandonaron. En otros tiempos cualquiera estaría a su suerte en el tramo carretero
Quita Coraza-El Memiso. Allí nos atendieron. Llamaron la grúa a Barahona y nos
fueron a recatar. Nos dejaron en el taller de mi preferencia.
Que servicio!! Si ombe.
Que gobierno!! En todos los casos no me hablaron de pagos. No me insinuaron “
lo dellos”, “Comando ute sabe lo refreco”. Nunca hicieron eso. Yo lo gratifique
y me dijeron que estaba prohibido hacerlo, nos pagan bien para que hagamos nuestros trabajo, me dijeron, pero que si está en mi hacerlo era
otra cosa y nunca en sus manos.
Ambos casos,
uno que empieza por otros, hay que verlos solo como lecciones de vida. Después de
pasada la tormenta, y quizás más dentro de ella misma, hay que agradecer cuando
los problemas tienen solución, porque solo son inconvenientes.
Lo del niño debe
ser una reflexión a ser precavido y no andar por el mundo tirando tiro sin
poder. Lo de la Seguridad Vial un agradecimiento a la visión gubernamental de
poner al servicio de la ciudadanía un servicio tan eficiente y oportuno que ha
llenado su cometido a favor de todos.
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