El desastre de
Haití visto por la OEA
No
se puede defender un derecho humano
mancillando otro como se pretende hacer
con la República Dominicana ante el alarido de un vecindario de 27,750 km² atestado por
cerca de 10 millones de habitantes que están conscientes de que es un
mentís su lema de libertad, igualdad y fraternidad.
El
desastre de Haití visto por la OEA es una de las pruebas más fehacientes del
infierno que arropa a los más depauperados de esa zona que necesita con
urgencia aferrarse a lo divino y
trabajar unidos por un mejor norte sin salir de su terruño.
La
Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de
Estados Americanos (OEA) conoce al dedillo lo que ocurre allí y quedó
anonadada tras una visita de observación
en el terreno hace siete años y siete meses, momento en que gobernaba una de
las probables figuras más señera en la zona, René García Préval.
La CIDH, en su conclusión y recomendación
marcada con OEA/Ser.L/V/II.131
doc. 36.2
Marzo 2008, refiere que “las instituciones estatales casi no son
capaces de llevar a cabo sus funciones de manera adecuada, la corrupción es
abundante, e incluso, las instituciones haitianas son en gran parte incapaces
de proveer servicios básicos para la población en las áreas de salud, educación
y bienestar social”.
Subraya que “Es
importante destacar que estos esfuerzos tendrán más posibilidad de éxito si hay
una mayor cooperación entre el gobierno haitiano y la comunidad internacional y
mayores recursos por parte de donantes internacionales”.
Otra
observación de la CIDH fue su preocupación “por el agudo deterioro de la
seguridad pública, debido a la violencia existente en muchos lugares por la
presencia de pandillas armadas y la falta de control efectivo en ciertos
sectores de Puerto Príncipe y en las provincias. En años recientes se han
reportado cientos de víctimas de secuestros, violaciones, homicidios, palizas y
destrucción masiva de la propiedad, lo cual ha producido un número récord de
pérdidas civiles en el año 2005 y, un aumento aún mayor en la criminalidad
violenta registrada en el año 2006”.
La Comisión
no pasa por alto que la discriminación y la violencia contra las mujeres
es una prioridad y la garantía de una respuesta judicial efectiva, pero no
escapa al conocimiento de la CIDH al momento de rendir este informe que “algunas soluciones a este
problema todavía existen sólo en papel y no han sido puestas en práctica”.
Sobre lo anterior subraya
que la mayoría
de las denuncias recibidas por las autoridades haitianas son investigadas,
juzgadas y sancionadas por el sistema de administración de justicia sólo en
pocas ocasiones.
Esa es la canana que le quieren echar a la
República Dominicana, una situación de antaño que no logran resolver por el
desorden imperante. En la zona haitiana
abundan las “organizaciones de ayuda” y todo sigue igual o peor, lo que
evidencia que el desastre de Haití visto por la OEA no es ni deber ser una
carga dominicana. Apunten para otro porque la solidaridad ya se sobrepasa con
los indocumentados.
23-07-2015
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