Esa escena la marcó para siempre, pues quedó traumatizada - El Playero Digital

lunes, 21 de abril de 2014

Esa escena la marcó para siempre, pues quedó traumatizada

“Una violación sexual es un sello de por vida”

Con tan solo 11 años de edad, Deyanira Hernández (nombre ficticio),  lleva a cuesta el peso de una violación que le desgració  su existencia y le  provocó que perdiera interés  hasta por su vida.


Hoy, a sus 36 años, y siendo madre de dos hijos, cuenta que esa escena  la marcó  para siempre, pues quedó traumatizada,  situación que le provocó graves daños a  su  salud física y emocional.

Con voz quebrada, la joven mujer  narra que fue víctima de  violación por parte de un tío  en varias oportunidades. “En  una ocasión  se lo comenté  a alguien cercano, pero no me creyó". Esa situación  la transformó   por completo, dejándole heridas incurables.

"La primera vez que mi tío abusó de mi, era una niña y mis padres trabajaban y  acostumbraban dejarme durmiendo sola", admitió Deyanira  entre lágrimas y palabras entrecortadas.

”Un  día mientras entró a mi habitación,  empezó a jugar conmigo, mientras yo lo seguía. Él me hacía travesuras. Me quitó la pijama, le dije no me hagas eso…Pero, el se reía y me decía que era un chiste, un juego. Y me hizo cosas…”, narró.

Dolorosa  realidad

Los  embarazos  en adolescentes producto  de violaciones constituyen uno de los problemas sociales más graves que enfrenta la República Dominicana, y  en opinión de expertos  en la mayoría de los casos provienen de personas de confianza.

Según las estadísticas, en el país  el abuso sexual constituye la segunda infracción más frecuente que se inflige en las niñas , luego del castigo físico y psicológico como forma de corrección, escenario que se repite con frecuencia en los hogares dominicanos; principalmente en los sectores marginados, por el estado de hacinamiento en que viven.

Para que un acto carnal sea aceptable, éste debe realizarse por mutuo consentimiento, lo que significa que ambas partes deben desearlo  y estar de acuerdo, por lo que la violación sexual ocurre cuando un individuo obliga a la otra persona a participar en un evento venéreo  en contra de su  voluntad.

En general, la fuerza física  es siempre el factor primordial para que exista una violación. En los  menores no pueden ser válidos los argumentos de un supuesto consentimiento,  pues según las leyes  no están en capacidad para responder por sus actuaciones.

“Minutos después, le comenté a otro familiar  que mi tío me hizo cosas, pero me acusó  de mentir y   decidí callar por años, hasta que por mi conducta inusual  en la escuela la profesora comenzó a investigarme y luego de muchas indagatorias conoció la verdad”, continúa su relato Deyanira Hernández.

"Volvimos a casa y  le contó lo sucedido a mi madre, quien quedó pasmada con lo acontecido y de inmediato dio parte a las autoridades. “Nunca me olvido de aquello;  por la noche siempre recuerdo lo sucedido. Aún cuando haya podido tener días lindos, una violación es un sello de por vida”, concluye.

Secuelas

Los menores de ambos sexos que hayan sido abusados, inician muchas veces la vida sexual a destiempo, según señala la sicóloga Noris de la Cruz, y  agrega que regularmente provienen de madres que han vivido la misma experiencia y reproducen el modelo que aprendieron.

Manifiestan aislamiento, ansiedad, desconfianza y pérdida del de la concentración en la escuela. También, automutilación, irritabilidad y explosión injustificada. Siente rechazo hacia algún miembro del seno familiar, con sentimientos de odio y venganza.


La  experta en el abuso sexual recomienda trabajar la prevención de manera directa en las escuelas, familias y en el sistema de salud, específicamente con los pediatras.
El caso de Deyanira Hernández es solo uno de los muchos que acontecen y no salen a la luz pública. Se hace necesario que en los centros escolares  desarrollen  programas educativos que logren que los niños y niñas  identifiquen a tiempo esa espantosa práctica que representa el abuso en menores.

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