Me la voy a jugar
Por Hidalgo Rocha Reyes
He estado observando
el caso del comunicador y mercadologo Pablo Ross y veo que en esta situación podrían
darse algunas situaciones favorables y desfavorables tanto para el acusado como para el sistema judicial y para la conciencia familiar.
En los casos de judicial
y familiar se creara jurisprudencia con la utilización de la Cámara Gesell,
novedoso método que permitirá que casos de esta índole no dañen tantas honras y
que los mismos lleguen a las manos del juez con la sustentación de una prueba
calificada y menos familias y matrimonios se destrocen
moralmente y algunos dejen de buscar pesos entregando menores a pudientes para
después chantajearlos sin no entregan los chelitos, casos que vemos de vez en
cuando.
Pero en el caso del acusado a mi me luce que el señor Pablo Ross tiene cierta pizca de inocencia. Quizás esté sufriendo la venganza de una niña
dolida por el abandono de su madre al preferir vivir solo con la hija procreada
con Ross en los Alto de Arroyo Hondo y enviarla a ella a vivir con su padre en
Gualey, según dirección suministrada por la fiscalía.
Además es bien sabido, que cuando llega un ser
procreado por el matrimonio, toda la atención y afectos lo acapara el hij@ de
ambos, creando celos en los que no son de ambos. Agregado a eso es la ausencia
de la madre quien no ha dado la cara, independientemente de las circunstancias
que pueda sufrir o tener. Esa falta de cariño y de abandono en cualquier mente
sin desarrollar puede llevar al individuo a tomar acciones graves para con los
demás.
También está la prueba
del himen dada por el INACIF, la cual dice que esta no es reciente, es antigua
y por ende no determina, por no existir ADN, de quien fue el que desgarro, por
lo que se convierte en prueba del proceso y no de cargo y/o descargo de
culpabilidad por no señalar e identificar, unido a esto esta, según los medios que dice el Ministerio Publico,
que la tocaba por todo el cuerpo, y nunca habla de penetración, por lo que esa
prueba del INACIF no podrían vincular directamente.
Esta no es defensa al acusado, aunque ya mucho lo ven como imputado y otros han juzgado, es solo observación a las pruebas que se han aportado. Aquí podríamos
estar frente a una disparidad de culpabilidad entre el género que todo se le
cree y el hombre débil de carne por naturaleza donde no sabríamos quien es la víctima
ni quien es el victimario. Por lo que este proceso, aun por la desgracia que
afecta a esta familia, pero sobretodo a un ciudadano de abajo que logro escalar
hasta las alturas, podría servir de modelo para que, en tales casos, la justicia sea efectivamente ciega.
El autor es abogado y comunicador
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